Un poco tarde, pero igual ahí va la historia de mi fin de semana + lunes + martes...
Después de un frustrado intento por ir a escuchar al viejo Napo en la plaza Colón decidimos (Nita- y yo) ir al C.C. Policentro a comprar las entradas para el concierto de los Hombres G, Los Enanitos Verdes y Los Prisioneros. Luego de esto pasamos a comer algo al San Marino, un rato de conversación, todo tranquilo y de hecho bastante pausado. Ya un poco entrada la noche decidimos regresar a casa pues nos encontraríamos con unos amigos para pegarnos unas chelitas, comer algo y conversar. Ante la falta de un auto propio subimos como todo el mundo a un bus de los que siempre tomamos para ir a casa y nos quedamos frente al Manantial en plena Víctor Emilio y Las Monjas, hasta aquí ninguna novedad ni nada fuera de lo normal.
Comenzó nuestra pequeña aventura mientras caminábamos por la avenida Las Monjas, justo al finalizar el puente que separa a Urdesa del C.C. Aventura Plaza vimos a un grupo de 6 peladitos de tez morena que estaban repartidos en la calle, dos por cada vereda y el parterre. No se nos ocurrió que pudieran hacer algún mal, mi lógica al menos fue:
"Estamos en plena Urdesa, son las 9 de la noche apenas y hay guardias al final de la calle, en ambos sentidos, no hay nada que puedan hacer"
Está de más decir que fue un grave error pensar eso, al cruzarnos con los peladitos el más pequeño de ellos se lanzó con una espátula (las de pintor, las que se usan para remover la pintura de las paredes) y amenazándonos me pidió (no precisamente con palabras muy bonitas que digamos) que le entregara mi teléfono celular. Siempre he pensado que en casos de robo primero está mi seguridad y es preferible entregar cualquier bien material, peeeeero, en este caso algo me nubló hasta cierto punto y me hizo pensar en que no debía hacerlo, lo bueno es que logré reaccionar y recordar algunas de mis "experiencias" del colegio (eso es como para otra historia :P). Logré negociar con el tipo y hacer que se vaya con 6 dólares de mi billetera en lugar de mi teléfono (que de paso si se lo llevaba lo más probable es que lo vendiera por mucho menos dinero o se lo quitaran antes de darse cuenta).
Hasta cierto punto me sentí tranquilo porque había logrado salir a salvo de la experiencia y apenas con $6 de pérdida, lo cual creo no es nada malo, considerando que tenía en el bolsillo trasero 2 entradas al concierto de la Trilogía y 2 para el de Carlos Vives (que de paso no eran mías :S ). Avanzamos hasta la avenida principal y vimos a los dichosos "guardias privados" que recordé antes de toparnos con los pelados, así que dijimos, porqué no avisarles para que al menos estén pendientes para la próxima.
Primera decepción, los dos guardias parecían más personajes de un cómic que otra cosa (de hecho me recordaron a Beto el recluta y a Chespirito). Uno más viejo y flaco que mi abuelo y el otro con una panza que tranquilamente le servía de mesa para dos :S
Avisamos y salieron con el comentario de que sí le pareció extraño ver a los seis tipos caminando como sin rumbo fijo y pensaron en estar pilas, pero recalco, pensaron nada más.
Nos hicieron un par de preguntas, llamaron a la central y a los 5 minutos llegó una camioneta de la policía (realmente me sorprendió la velocidad, yo hubiera pensado que se iban a tardar un siglo). Acortando un poco el cuento, nos hicieron subir a la camioneta y salimos a buscar a los tipos, después de un par de vueltas y preguntarle a otro guardia dimos con ellos no muy lejos de allí, en Guayacanes y la Víctor, en pleno Shawarma.
El peladito que se había llevado los $6 estaba muerto del miedo, no necesitó mucha presión para confesar lo que había hecho, le pidieron que devuelva el dinero y contestó que se lo había quitado un tipo mayor que era quien lo había envíado a que nos robe. Inculpó a 3 más de los que estaban con él y al final me hicieron la pregunta de la noche, ¿va a presentar la denuncia?
Realmente viendo a los pelados (que no tenían más de 14 años, aunque con la talla de alguien mucho mayor :S) no me atrevía a hacer que los encierren, me imaginé a cualquier otro peladito en su lugar, pero uno de los policías me dijo:
"Esto es totalmente su decisión, si no quiere poner la denuncia tendremos que dejarlos libres, pero le digo que lo piense un poco, no es la primera vez que los agarramos, se ponen a llorar, a la gente se le ablanda el corazón y tenemos que dejarlos libres. Sin denuncia no hay otra opción."
Así que tocó hacer lo "políticamente correcto" e ir a poner la denuncia (ya eran las 10 de la noche). Después de obtener un certificado médico en la Policía Judicial para cada uno de los pelados (que originalmente se le había olvidado a uno de los policías), llegamos al correccional para menores.
Segunda decepción, no podíamos poner la denuncia porque no estaba la fiscal encargada del manejo de los casos de menores de edad.
Tercera decepción, uno de los policías mientras interrogaba a los chicos aduciendo que eran reincidentes los maltrató verbalmente, nuevamente el más pequeño reaccionó mal y el policía pasó a maltratar físicamente a 3 de ellos sin razón.
El siguiente paso según nos comunicó el policía era poner al día siguiente la denuncia en la fiscalía, cosa que no pasó pues al día siguiente no había nadie allí :S
Día lunes, cometí un error al tratar de recordar los horarios de atención de la fiscalía, llegué a las 12h10 y ya no estaban atendiendo, regresé a la ofi, arreglé un par de asuntos y de vuelta a la fiscalía. Nuevo problema de por medio, se fue la energía eléctrica en media ciudad, nadie podía receptar mi denuncia :S. Nita- estaba cerca y me alcanzó en aquel lugarcillo, regresó la energía y luego de esperar nos atendieron a las 6 (para esto dejó de funcionar el contador de turnos y todos andaban medio despistados, aunque igual el viejo que nos tenía que atender se puso a leer un libro antes de revisar si había alguien esperando para ser atendido :S).
Al final con la denuncia en mano nos enviaron a sacar 3 copias y regresar para que sellen el dichoso papel, al regreso.... Oh, sorpresa, se fue la secretaria, lo siento.. tendrán que regresar mañana por la mañana... :S
Día martes, regreso a la fiscalía, obtengo mi sello y subo al 6to piso (por las escaleras, porque el ascensor es más que inútil) para que la fiscal (la que no estuvo el fin de semana en el correccional) ponga una firma más (eso creía yo).
Ya en la oficina de la fiscal me pelotearon de un escritorio a otro, firme aquí, lleve acá y de paso me retaron por tardarme tanto con la denuncia :S
Al final el "secretario" que se creía amigo de Raimundo y todo el mundo (escribía una letra y se ponía a conversar con quien pasara al frente) me dice:
"Ahora... ¿se puede hacer unas vueltas? Este papel lo lleva al DINAPEN y este otro papel se lo lleva a la corte, en ambos sitios le dan un papel de recibido y esos me los trae acá."
Esa fue la peor decepción, después de tanto trámite me querían agarrar de mensajero para que les lleve y traiga papeles de un lado al otro. Pensé que sería lo correcto poner la denuncia para evitar que los chicos sigan cagándose la vida, aún son niños, tienen la opción de salir adelante con ayuda. Pero, con tanto trámite, traba y lentitud todo se me fue al piso... Por educación guardé los papeles en mi maletín, di las gracias y salí del sitio de regreso a la oficina, con una sensación de insatisfacción enorme, cansado y con trabajo acumulado por dos días de estar como tonto en esos trámites.
¿Qué hacer en estos casos donde te quedas atrapado entre la justicia y la injusticia?